El Faro del Puerto del Buceo se erige como un centinela silencioso, observando el ir y venir de los pescadores que siguen una tradición tan antigua como la brisa marina. En este rincón de Montevideo, el aroma del mar y los ecos de la infancia se mezclan con el vaivén de las olas, creando una atmósfera cargada de memorias y de historias que perduran en el aire salado y fresco.
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