Un tero solitario se detiene en el reflejo quebrado de un charco otoñal, aún tembloroso tras la tormenta. En su pico, una gota de agua suspendida como joya efímera, testigo del instante donde la naturaleza respira silencio. Montevideo se detiene en la imagen; la rambla se convierte en santuario.
Fecha que fue tomada: 8-5-25
Código de la propuesta: 279
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